lunes, 20 de abril de 2015

ADIÓS A LA LEY DE LA SELVA

Una hermosa historia para trabajar valores: Respeto, Discriminación, Bullyng....


A Mono no le caía muy simpático. Solo era un ratón egoísta, solitario y gritón. Pero aún así no se merecía lo mal que lo trataban. Y se sentía fatal por no hacer nada para impedirlo y quedarse solo mirando. Pero, ¿qué podía hacer él, un simple mono, frente a aquellos leones brutos y crueles?


Igual nunca hubiera hecho nada si no hubiera llegado a oír aquella conversación entre dos leones bajo el árbol en que descansaba. Allí fue donde el antiguo rey de la selva, muy malherido por un combate perdido, contó a un joven león que todo era parte de una estrategia para mostrar a los demás su fuerza y su poder, y que por eso siempre atacaba a animalillos miedosos y solitarios a los que nadie saldría a defender. Dijo también que lo hacía delante de otros para contagiarles el miedo y convertirlos en sus cómplices, pues nunca se atreverían a reconocer que habían estado allí si no habían hecho nada para impedirlo.


Mono se revolvió de rabia en su árbol, porque él podría ser muchas cosas, pero nunca cómplice de aquellos malvados. Así que ese día decidió que haría cuanto pudiera para acabar con el reinado del terror. Por supuesto, no pensaba pegarse con ningún león: tendría que usar su inteligencia.


Lo primero que pensó para ponérselo difícil al león fue evitar que hubiera en la selva animalillos solitarios, así que buscó la forma de hacerse amigo del ratón. Le costó un poco, porque era un tipo huraño y poco hablador, pero encontró la excusa perfecta cuando escondió unos plátanos entre unas piedras a las luego no podía llegar. El ratón tenía el tamaño perfecto y accedió a ayudarle, y luego el mono pudo darle las gracias de mil maneras. De esta forma descubrió Mono que el ratón no era un tipo tan raro, y que solo necesitaba un poco de tiempo para hacer amigos. Pero una vez que fueron amigos, el ratón resultó tener un montón de habilidades y Mono no dudó en ayudarle a unirse a su grupo de amigos.


Lo segundo era vencer el miedo del ratón, así que inventó un entrenamiento para él. Comenzó por mostrarle dibujos de leones y tigres. El pobre ratón temblaba solo con verlos, pero con el tiempo fue capaz de permanecer tranquilo ante ellos. Luego fueron a ver a animales grandes pero tranquilos, como las jirafas y los hipopótamos. Cuando el ratón fue capaz de hablar con ellos e incluso subirse a sus cabezas, el mono aumentó la dificultad, y así siguieron hasta que el ratón fue lo suficientemente valiente como para acercarse a un león dormido y quedarse quieto ante él.


Por último, decidió unirse a todos los animales a quienes sabía que no les gustaba lo que hacían los leones con el ratón ni con los demás. Estos se sintieron aliviados de poder hablar de los abusos del león con otros que pensaban lo mismo. Al final, llegaron a ser tantos, y a estar tan enfadados, que una noche se unieron para castigar al rey del selva, y con la ayuda de algunos animales grandes consiguieron encerrarlo en una gran jaula mientras dormía profundamente.


Pensaba el mono que allí se acabaría todo, pero al anterior rey de la selva le sucedió un tigre aún más fuerte y cruel, que no tardó en ir a por el ratón. Este caminaba con su nuevo grupo de amigos y el tigre lo separó de ellos con muy malas maneras. A punto estuvieron de lanzarse a defender al ratón, pero aún no eran tan valientes, y se quedaron allí protestando en voz baja y poniendo mala cara.


De pronto, un joven león, que había visto lo sucedido, pensó que podría ganarse la simpatía y el respeto de aquel grupo de animales saliendo en defensa del ratón, y pidió educadamente al tigre que lo dejara tranquilo. Como el tigre no quería meterse en una pelea peligrosa, y el león no le había desafiado directamente, decidió irse de allí viendo el poco apoyo que tenía atacando a un ratón con tantos amigos.


La aparición del león le dio a Mono una gran idea, y desde aquel día Mono no hizo otra cosa que hablar a todo el mundo de la suerte que habían tenido de encontrar un león protector, y pidió al león que les ayudara a acabar con cualquier pelea. Al león le encantó aquel papel, pues Mono y su grupo de amigos le respetaban y admiraban. Además,hablaban tanto de su amabilidad y valentía a todo el mundo, que su fama se extendió y empezaron a acudir animales de todas partes para vivir en aquella selva segura en la que ya no había ataques.


Pero al tigre no le gustó nada todo aquello, y un día decidió atacar directamente al león delante de todos. El tigre era mucho más fuerte, así que el joven león tendría pocas opciones. Entonces Mono se dio cuenta de que le había llegado la hora de ser valiente, y decidió salir en defensa de su amigo el león protector.
Todos debían estar pensando lo mismo, porque en cuanto Mono dio el primer salto, los demás animales también se abalanzaron sobre el tigre, haciéndole huir humillado y dolorido. Instantes después Mono y sus amigos proclamaban al joven león como nuevo rey de aquella selva en la que habían acabado para siempre los abusos y el miedo.





Y cuando años más tarde alguno se preguntaba cómo había podido ocurrir algo así, aunque nadie sabía exactamente la respuesta, todos sabían que un sencillo mono que al principio solo miraba había tenido mucho que ver.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Otra historia para hablar sobre discriminación:

EL MAGO ALÈRGICO  
Había una vez un mago simpático y alegre al que encantaba hacer felices a todos con su magia. Era también un mago un poco especial,porque tenía alergia a un montón de alimentos, y tenía que tener muchísimo cuidado con lo que se llevaba a la boca. Constantemente le invitaban a fiestas y celebraciones, y él aceptaba encantado, porque siempre tenía nuevos trucos y juegos que probar.
Al principio, todos eran considerados con las alergias del mago, y ponían especial cuidado en preparar cosas que pudieran comer todos. Pero según fue pasando el tiempo se fueron cansando de tener que preparar siempre comidas especiales, y empezaron a no tener en cuenta al buen mago a la hora de preparar las comidas y las tartas. Entonces, después de haber disfrutado de su magia, le dejaban apartado sin poder seguir la fiesta. A veces ni siquiera le avisaban de lo que tenía la comida, y en más de una ocasión se le puso la lengua negra, la cara roja como un diablo y el cuerpo lleno de picores.
Enfadado con tan poca consideración como mostraban, torció las puntas de su varita y lanzó un hechizo enfurruñado que castigó a cada uno con una alergia especial. Unos comenzaron a ser alérgicos a los pájaros o las ranas, otros a la fruta o los asados, otros al agua de lluvia.. y así, cada uno tenía que tener mil cuidados con todo lo que hacía. Y cuando varias personas se reunían a comer o celebrar alguna fiesta, siempre acababan visitando al médico para curar las alergias de alguno de ellos.
Era tan fastidioso acabar todas las fiestas de aquella manera, que poco a poco todos fueron poniendo cuidado en aprender qué era lo que producía alergia a cada uno, y preparaban todo cuidadosamente para que quienes se reunieran en cada ocasión pudieran pasar un buen rato a salvo. Las visitas al médico fueron bajando, y en menos de un año, la vida en aquel pueblo volvió a la total normalidad, llena de fiestas y celebraciones, simpre animadas por el divertido mago, que ahora sí podía seguirlas de principio a fin. Nadie hubiera dicho que en aquel pueblo todos y cada uno eran fuertemente alérgicos a algo.
Algún tiempo después, el mago enderezó las puntas de su varita y deshizo el hechizo, pero nadie llegó a darse cuenta. Habían aprendido a ser tan considerados que sus vidas eran perfectamente normales, y podían disfrutar de la compañia de todos con sólo adaptarse un poco y poner algo de cuidado.

miércoles, 24 de septiembre de 2014


La discriminación y las burlas en la escuela son temas a tratar con los niños,por eso aca te dejas un cuento muy interesante:

La Excursión

Susana era una niña lista y tímida. Pero como no veía muy bien, llevaba gafas desde que podía recordar; y también desde que podía recordarlo, algunos de sus compañeros de clase se metían con ella y se burlaban de sus gafas de grandes cristales; y había sido el insoportable Luis el que empezó a llamarla Cuatro Ojos, y como era un chico muy popular en la clase, todo el mundo terminó conociéndola por Susana Cuatro Ojos. Ella hacía como que no le importaba, pero realmente no le gustaba nada.
Cierto día hicieron una excursión con el colegio para visitar unas cuevas muy famosas. Todos caminaban en fila india, cuando Luis resbaló y metió el pie en un agujero. En su caida sólo pudo agarrarse a Susana, que caminaba a su lado, y ambos resbalaron durante un buen rato hasta que fueron a parar a una gran caverna. Estaba muy oscuro, y sólo se veía un rayito de luz procedente del techo de la caverna, muchos metros por encima, y algunas raíces y troncos que habrían caido por aquella apertura. Llamaron a voces y gritos, pero nadie acudió. Agazapados y muertos de frío, pasaron una noche oscurísima dentro de la cueva.
A la mañana siguiente, seguían sin haberles encontrado, y sólo el pequeño rayo de luz les dejó ver algo. Luis aprovechó para gritar con más fuerza y tratar de buscar alguna salida, pero no consiguió nada en horas, y empezó a sentir miedo. Debía ser mediodía, porque entonces Susana vio que el rayo entraba recto, directamente hasta el suelo. Rápidamente fue hacia él tomando uno de los troncos, y haciendo una lupa con sus gafas, convirtió aquel rayito en una pequeña llama que encendió la antorcha. Luis, sorprendidísimo y emocionado, tomó algunos troncos y juntos comenzaron a explorar la cueva. Tardaron algún tiempo y quemaron unos cuantos troncos, pero finalmente encontraron una salida. Entre abrazos y gritos de alegría, Luis le dio mil gracias a Susana. Él sabía que no le gustaba nada que le llamara "Cuatro Ojos", y ahora se arrepentía de haberla llamado así, sobre todo después de que gracias a aquellas gafas hubieran podido salir de allí...
Así que cuando por fin vieron a todos los que les buscaban, incluida la policía, y los periodistas les abordaron con preguntas, Luis se adelantó y dijo:
- ¡Qué suerte he tenido! ¡No podía tener mejor compañera de aventuras que Susana Rayo Láser!
Así comenzó a contar la historia, y desde aquel día, no hubo ningún otro "cuatro ojos" en aquel colegio. Eso sí, no preguntes por los "Rayo Láser", porque hay unos cuantos.




jueves, 18 de septiembre de 2014

Hay muchas formas de contar historias, a través de las fotos se cuentan muchas cosas las imágenes dicen mucho y si están acompañadas de música mucho mejor.
Para celebrar este día del estudiante les comparto este vídeo con imágenes de distintos tipos de ellos.
Usando la canción de Lerner que veníamos trabajando.
A apreciarlas y a leer más allá de la imagen:


miércoles, 17 de septiembre de 2014

La música también es una forma de narrar,contar historias a través de canciones, una poesía con música es un recurso sumamente útil para trabajar con nuestros estudiantes

Acá les dejamos una canción de Alejandro Lerner que habla justamente de la escuela.:


A LA ESCUELA
Como quisiera volver a ser ese niño de antes 
para poder aprender 
lo que no entendí de grande, 
para corregir errores, 
para reencontrar el rumbo, 
para que nos demos cuenta, 
que vamos creciendo juntos. 
Se puede cambiar el mundo si vamos creciendo juntos. 

Llévate una sonrisa a la puerta de la escuela, 
cargando en tu mochila al futuro que te espera. 
Vamos de la mano niño, 
a abrazar nuestro destino. 
De números y palabras también se hacen los caminos. 
De números y palabras también se hacen los caminos. 

Vamos niños a la escuela 
que ya empieza un nuevo día. 
Tienes el derecho de crecer y de estudiar. 
Vamos niños adelante caminando hacia la vida, 
tienes el derecho de aprender y de soñar. 

Al changuito de mi pueblo, 
y a los pibes de mi barrio 
a los hijos de mi tierra, 
para todos ellos canto, 
para que se acerquen a la escuela, 
los estamos esperando 
con el corazón contento y de guardapolvos blancos. 

Vamos niños a la escuela 
que ya empieza un nuevo día. 
Tienes el derecho de crecer y de estudiar. 
Vamos niños adelante caminando hacia la vida, 
tienes el derecho de aprender y de soñar. 

martes, 16 de septiembre de 2014



¿Còmo se origina el Dìa del Estudiante?


Fue a partir de la propuesta de Salvador Debenedetti, presidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras. En 1902, Debenedetti (18 años) propuso que en su facultad se celebrase el “Día de los Estudiantes” el 21 de septiembre, como homenaje a Domingo Faustino Sarmiento. ¿Qué tenía que ver el Padre del Aula con la fecha? El 21 de septiembre de 1888, sus restos mortales llegaron a Buenos Aires, luego de ser repatriados desde Asunción (había muerto el 11 de septiembre).
La idea del estudiante Debenedetti -que luego sería un arqueólogo de renombre- se impuso, primero en su Facultad y luego en otras. Los primeros 21 de septiembre estudiantiles se limitaron a actos universitarios, en los que los oradores exaltaban el empeño de los alumnos. También quedó la costumbre, en todo el país, de que los jóvenes llevaran una ofrenda floral al monumento de Sarmiento.
Muy pocos años después, en enero de 1908, el Primer Congreso de Estudiantes Sudamericanos reunido en Montevideo estableció esa fecha para celebrar su día. El 21 de septiembre de 1908, los estudiantes uruguayos tomaron la iniciativa e invitaron a sus pares brasileños a su país para agasajarlos. Esto hizo que las celebraciones en nuestra tierra tomaran otro camino. Estudiantes de la ciudad de La Plata invitaban a estudiantes porteños, a un paseo por el bosque. Otros salían a dar una vuelta por el delta del Tigre (como los que vemos en la foto principal). Otros realizaban obras de teatro. Cada año se organizaban concursos de afiches en los que por lo general se reflejaba el sacrificio del estudiante o se caricaturizaba una mesa de examen. En varios puntos del país surgieron las comparsas estudiantiles.
Los festejos arrancaban el 20 de septiembre y culminaban al día siguiente. En 1914, un grupo de estudiantes alquiló el Palais de Glace, en Recoleta, para llevar adelante un festival. Otros se dieron cita en el Hotel Savoy, donde les prepararon una comida. De esta manera, las celebraciones fueron multiplicándose, con tono festivo y ánimo de esparcimiento.
Pronto se sumaron las excursiones a espacios verdes, donde los varones llevaban una pelota y armaban un picado. Pero, sobre todo, la confraternidad estudiantil se ponía de manifiesto en esos días. En 1917, un grupo de alumnos uruguayos invitó a una veintena de pares porteños, a un paseo por Colonia de Sacramento. Para 1919, ya se organizaban bailes del Día de los Estudiantes. En la década de 1940, los festejos se limitaban a un paseo de excursión o una fiesta con baile.
En los años 50 y 60, se estableció la costumbre de celebrar el Día de la Primavera en las principales ciudades del país. En Buenos Aires, por ejemplo, la avenida Santa Fe (ver foto) se convertía en peatonal, las vidrieras de los negocios se adornaban, grandes y chicos repartían flores y cantaban. Los estudiantes de todos los niveles se sumaban a estos festejos.
Las celebraciones llevan más de cien años. Persisten, tal vez con otro tipo de actividades que las originales. Pero mantienen el espíritu alegre y jovial que tuvieron los precursores.


OTRO RECURSO


También se puede contar la misma leyenda desde un vídeo .